Quiero hablar de una fuerza salvadora, una energía cuyo fin es construir un lugar mejor, un poder que dicen mueve al país y cuya misión es servir a quienes lo habitan, quiero hablar de política…No, mejor hablar de lo genera en mí todo lo que dice la gente sobre la política, porque todos tienen algo que decir al respecto y si no igual lo dicen; opiniones abaladas, a veces en historias familiares, otras en experiencias novelizadas y si no siempre se puede contar con amplios documentos escritos por sabe Dios quien. Yo, joven aún escucho, analizo y siento.
Veamos, inician sus monólogos sobre política hinchando el pecho y hablando de la importancia de este poder y la ayuda que brinda, acto seguido, envueltos por un ligero asco y rechazo la describen con espantosos adjetivos y finalmente se sella el discurso con las siguientes palabras: “y si… así es la política”,tanta resignación como comodidad. Así, al contemplar ese mar de opiniones lo primero en salir a flote es el sin sentido.
Yo, joven aún, me uno al trencito de las opiniones respaldándome únicamente en lo que siento y digo: Llámenle política, politiquería, o pepito el malo, esto es en lo que se ha convertido y todos lo sabemos, así que no hace falta redundar en lo mismo cada día, en cambio, que tal si ampliamos la mirada y vemos a quienes hacen o desean hacer algo distinto a esto que “respetamos”, odiamos y alimentamos cada día. Les aseguro que los hay y espero que la “democracia” no se aplique a esto pues quienes se abren paso en contra de esta mierda apreciada como el oro no son la mayoría. Allí están mírenlos y respiren un poco de verdad que, porsiacaso, no es lo mismo que realidad y si tienen el coraje y el alma para hacerlo, únanse.
Atte. Un joven aún que escuchó analizó y sintió.
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